Sacsayhuaman,
la fortaleza inexpugnable
Un cambio de marcha
En los
últimos años, varios integrantes de Icofort, en su versión americana,
observando que nuestra atención sobre las construcciones fortificadas, daba
prevalencia al interés por las de las potencias colonizadoras, (esencialmente
España y Portugal) hemos virado nuestra atención hacia aquellas, elaboradas por
los pueblos originarios.
Es que
llegamos a la conclusión, que dejar de lado ese inconmensurable capital
patrimonial “autóctono”, para ensalzar en exclusiva, la jerarquía de los
fuertes de la conquista europea, es uno de tantos signos, de la permanencia de
los efectos, de esa colonización.
Pero al
mismo tiempo, porque el estudio comparado de ambos procesos de construcción, si
bien no desarrolladas sobre cursos paralelos, demuestra en muchos casos,
construcciones aborígenes con soluciones anteriores o mejores, que las
acreditadas por las construcciones con “formato” europeo, para los mismos
problemas.
Al foso
convencional y artificial, de los castillos y fuertes europeos, aplicado
también a las murallas envolventes de las ciudadelas, los aborígenes mejicanos
oponen su inversa construcción de Tenochtitlán, donde el lago preexistente vio
crecer en corto tiempo, una ciudad en su centro.
A los lienzos
de cortina o muralla “batibles” desde dos bastiones consecutivos, en las
construcciones abaluartadas del siglo XVII, los constructores de Sacsayhuamán
oponen dos siglos antes, sus murallas quebradas en zigzag y triplicadas en
altura, que dividiendo al enemigo en pequeños grupos, lo puede atacar desde
seis posiciones diferentes.
En la misma
fortaleza se observa en sus sectores bajos cercanos al río, una construcción
defensiva en zigzag, que sirviendo simultáneamente para contener taludes, se
compara en sus fines militares con los revellines, que tiempo después
aparecerían en las citadas construcciones abaluartadas.
Este modelo
de estudio, debe realizarse despojándose de prejuicios, como aquél que
determina que una construcción aborigen, de carácter religioso o social
(“huaca” en quechua) no puede simultáneamente tener un carácter militar
(“pucará” en quechua) y viceversa, falacia desmentida por sus culturas polivalentes,
por la realidad observada y/o por la amplitud de cualidades, admitidas para sus
máximos protagonistas, representados en este caso por el Inca.
De todos
modos, las cualidades y formas de convivencia
de las distintas culturas, tanto sudamericanas como mesoamericanas
precolombinas, no son transportables de unas a otras, con lo que se nos ofrece
en este estudio, un riquísimo menú de alternativas a evaluar e investigar.
Sistema defensivo de Cuzco
Hemos
elegido como ejemplo de proyecto defensivo, el que involucra a la ciudad de Cuzco,
con base en Sacsayhuaman, por lo expuesto anteriormente y como parte de un
sistema mayor, que incluye a Tambomachay, Puca-Pucara, Cusilluchayoc, y
el Qenqo.
Un proyecto
de tal jerarquía, que pensado originalmente para defender a Cuzco, sirvió
también para sostener su asedio, cuando la ciudad pasó a control español; y
solo las traiciones, por la sucesión en el poder, permitieron su caída, que
hubiera sido imposible por una acción militar exclusiva, con las armas de ese
tiempo, y aún dificultosa para cañones de elevado calibre.
Un proyecto
que sin embargo, incluía alternativas de escape, en caso de derrota, como de hecho
sucede con la salida de Manco Inca hacia Ollantaytambo, para continuar su
lucha, que luego lo llevará a Vitcos y concluirá después de su
muerte con otros incas en Vilcabamba.
En todos
estos casos, las construcciones, que para el análisis convencional no eran fortificaciones;
funcionaron como tales, cuando grupos de incas y aliados, (según la pacana de
pertenencia) lucharon contra otras
etnias, aliadas a Pizarro, mostrando, cuando menos, una arquitectura
polivalente, y una gran flexibilidad en sus funciones.
Fue el
propio Pizarro en sus notas, el primero en calificar a Sacsayhuamán como
“Fortaleza”; y Pizarro sabía muy bien lo que era una fortaleza, porque había nacido
en Trujillo (España), ciudad que poseía una importante muralla y un Fuerte notable, que aún perduran.
Sacsayhuamán
fue producto de un proyecto, que por su geometría “dividía” al asediante y lo
reducía, multiplicando a su vez a los defensores, todo lo contrario a lo
ocurrido en Tenochtitlán, donde en su etapa lacustre aislada, podía responder
desde la superioridad numérica a cualquier ataque por embarcaciones, pero que
al construir las estrechas pasarelas, dio posibilidades a un enemigo inferior
en número, al limitar, debido al ancho de las mismas, los combates por
posiciones, a un enfrentamiento de hombre a hombre, sin que el resto pudiera
hacer otra cosa que esperar. En ese contexto las armas españolas, de mayor
agresividad, eran ampliamente superiores. Las enfermedades se ocuparon del
resto.
Proyecto general de defensa de Cuzco
Ese mismo
criterio que produjo la caída de Tenochtitlán, en Méjico, de igualar grupos
pequeños, contra grupos grandes, estrechando el frente de encuentro, será
utilizado a la inversa, en el sistema defensivo secundario de Cuzco,
con centro neurálgico en Sacsayhuaman.
Lo
verificamos en el Puca-pucara que
protege los accesos a Tambomachay y también a distancia (7 km.) a Sacsayhuamán, donde el acceso en
espiral de escaso ancho, y con bordes de elevada pendiente, facilita la
defensa, aunque el número de atacantes sea muy superior.
Pero
también es evidente en el denominado Kenko, más cercano aún (3km.) a Sacsayhuamán,
siempre bordeando el camino de Cuzco a Pisac.Allí el acceso
al núcleo central, se efectúa entre rocas, que conforman paredes verticales de
gran altura, y a escasa distancia, dando forma a un desfiladero, con espacio
para la circulación, de una sola persona por vez.
En este
caso, debemos sumar el espacio externo, donde se observa un grupo de piedras
dispuestas en semicírculo, conformando 12 (algunos cuentan más) huecos entre
pilares, rodeando otra gran piedra central, considerado por algunos como un
reloj de sol, y por otros como bases de un techado desaparecido, pero que a
nuestro parecer, guardan increíble similitud con las almenas de los fuertes
europeos, custodiando justamente la plataforma previa al desfiladero, si bien
el terreno externo es más alto.
Era casi
imposible llegar a Tambomachay, ubicado a 8 kilómetros de Cuzco, sin ser
observados desde el Puca-Pucara, y las señales eran recibidas o emitidas, también
usando una torre circular, levantada frente al acceso principal de Tambomachay.
Tambomachay,
si bien se estaba erigiendo (hay signos de no haber sido concluída) para
presunta morada del Inca, fue usada como centro de entrenamiento de los
guerreros.
Tenía la
ventaja de tener vertientes internas (aún sigue brotando el agua) que impedían
la posibilidad de ser envenenadas en caso de asedio, como ocurriera en tantos
casos, obligando en esos casos a entregar la plaza.
Por si los
avisos y defensas previas eran vulnerados, su estructura aterrazada y las
aberturas sobre el coronamiento, aptas para disparar flechas y otros elementos,
hacían muy difícil su toma y ocupación.
Como en Sacsayhuamán,
los cortes y encastres entre piedras de más de 25 toneladas, son perfectos y biselados,
guardando aún el misterio de las técnicas, usadas para lograr tal perfección.
Pero es
justamente en Sacsayhuamán, donde la estrategia defensiva prevalece sobre
cualquier otro criterio arquitectónico, sumando elementos para intentar erigirse
en una fortaleza inexpugnable.
a) Su
altura cercana a los 4000 metros, le permite dominar totalmente el ámbito
ocupado por la ciudad de Cuzco.
b) Su
emplazamiento en la cabeza de un cerro, con taludes casi verticales sobre
Cuzco, reforzados por muros de piedra casi verticales, en tres de los puntos
cardinales, y con otro cerro, algo más
bajo enfrentado (Qocha) a escasa distancia en el restante, obliga al enemigo en
asedio a ingresar por una explanada intermedia, recibiendo el ataque desde
ambas elevaciones.
c) Su
muralla en zig zag, con piedras de hasta 57 toneladas, de encastre perfecto, con
frentes dentados en tres niveles distintos,
que dividían al enemigo asediante, y lo comprimían incomodando su
accionar, mientras era batido desde seis posiciones distintas (ver esquema).
d) El
entramado de adarves (calzada entre niveles de muralla) de gran amplitud que
permitía disponer varios defensores en cada línea de muralla, con sus escasas
puertas de comunicación entre sí, que podían obturarse desplazando piedras de
gran peso, aislando cada nivel.
e) Esto
implicaba que aún cediendo un nivel de muralla, la defensa se sostenía en el
superior y así sucesivamente.
f) La
amplia capacidad de la plataforma superior en superficie total, así como en la
posible construcción cubierta de los dos recintos rectangulares.
g) La
existencia de fuentes interiores de agua, así como canales artificiales, que
permitían disponer del vital elemento, aún en casos de asedio, sumado a la
posibilidad de acumulación en depósitos, de aguas de lluvia.
h) El
alcance visual y operativo, de la torre circular central, (con una altura
original estimada en veinte metros) que admitía funciones de vigilancia,
defensa desde la altura, reservas de alimentos y de agua, y alojamientos de
última resistencia, ante la eventual caída del resto de la Fortaleza.
i)Los
pliegues de piedra, en los bordes
inferiores sobre el camino a Pisac, que cumpliendo la función de tabiques de
contención, se adelantaban casi dos siglos a los revellines europeos,
permitiendo también como parapetos de ataque, una defensa previa a la de la
propia fortaleza.
j) Otra
pequeña torre circular de observación en ese mismo sector, con capacidad para
otear a la distancia el camino a Pisac, o recibir señales desde el Kenko,
o el Puca-Pucara.
Setenta
años de trabajo, varios directores de obra, 20.000 personas involucradas, un
movimiento pétreo de muchos miles de toneladas, desde sus canteras, así como su
encastre y biselado, no parecen esconder los notorios fines de defensa
involucrados.
(Esquema provisto por representantes de Icofort - Perú)
No solo
Pizarro y su gente la llamaban “Fortaleza”, sino también Garcilaso de la Vega
“El Inca” en sus escritos, aunque algunos interpreten libremente las menciones.
Si bien en
tiempos de paz, estas construcciones podían funcionar para otras actividades,
de carácter social o religioso; es imposible ignorar las múltiples capacidades
para fines militares, tanto de defensa, como aún de ataque, que determinaron su
arquitectura, como lo demostrara cuando Cuzco quedó en manos españolas.
Y estamos
convencidos que de no mediar las traiciones, entre distintos integrantes de las
familias dominantes, que derivaron en su caída, para las armas de su tiempo,
Sacsayhuamán era una fortaleza inexpugnable.
Noviembre
de 2017.
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