martes, 2 de junio de 2020

Caracteres arquitectónicos moriscos en la Buenos Aires Colonial



Caracteres arquitectónicos moriscos, en la Buenos Aires Colonial

































Razones históricas de la influencia morisca


1) Las personas y los materiales

Cinco siglos de dominación árabe en el norte de España, y siete en el sur, dejaron improntas importantes en la arquitectura española, pero aún al caer Granada en 1492, el estilo mudéjar, prolongó esas características, y las proyectó a las colonias americanas, que nacían en ese mismo año.
El rápido despoblamiento de la primera Buenos Aires en 1541, no le permitió adquirir característica alguna, dejando paso a su segunda fundación.

Ya en 1513, en las instrucciones a Pedrarias Dávila, el Rey proponía calles tiradas a regla y cordel, y una plaza central; que se completan en 1523, con las de Carlos Iº a Hernán Cortés, esbozando criterios urbanísticos, que incluían “la plaza, la iglesia, el ayuntamiento, la cárcel, el mercado, el matadero y el hospital”.

Como detalla Porfirio Sanz Camañes en su ensayo: “Las Ciudades en la América Hispana Siglos XV al XVIII”, el modelo sevillano influye en esas normas.

En 1533, se promulgan las “Leyes de Indias”, y casi todas las ciudades fundadas toman el modelo “visigodo” de Sevilla, de manzanas en damero.

En 1573, Juan de Garay funda Santa Fé, y si bien ya han sido fundadas casi todas las ciudades principales de cada Virreinato, es recién en ese año, que se conocen las “Ordenanzas de Descubrimiento”, libradas por Felipe II, regulando futuras fundaciones.

Garay en 1580, funda la “Ciudad de la Trinidad, y Puerto de Nuestra Señora del Buen Ayre”, de acuerdo a los criterios ya vigentes, asimilando su planta, al esquema propuesto para una ciudad marítima, (porque le adjudicaban al Río de la Plata, condiciones similares, dado su ancho poco común), si bien no encuentra sitios con altura, para instalar el Fuerte.



                                                          División en "suertes" de Garay

Su nacimiento como asiento intermedio, en el camino a las Sierras de la Plata, y a la ya crecida Asunción, la valorizan como puerto, pero no tanto como ciudad; la presencia del Riachuelo de los Navíos, cubre en forma natural, la primera de las necesidades, y relativiza el valor urbano, pero allí curiosamente, de esa debilidad, nacerá su poder, como depósito también intermedio, de mercaderías entrantes y/o salientes.




















Garay cumple, en disponer Catedral y Cabildo, bordeando la Plaza Mayor, y desplaza hacia la barranca el Fuerte, dándole la manzana intermedia entre el mismo y la Plaza Mayor, al Adelantado (estaba preso en ese momento) y a la orden de los Jesuitas.







El avance de la importancia de las órdenes religiosas, en el proceso colonizador, es ya notorio, y se manifiesta en los amplios y prevalecientes solares que Garay brinda a dichas órdenes.

Su presencia será luego determinante en los sistemas constructivos de la aldea, tanto en iglesias como edificios públicos.





Pero la construcción particular, funciona por otros carriles.

La piedra es escasa, y se la debe traer de la otra orilla, o de Martín García, pero la tierra admite su uso para levantar tapias, o fabricar adobes o ladrillos.

Las tejas escasean y recién en 1608, arribará a la ciudad un tejero (Fernando Alvarez) que pese a ser portugués, es admitido como ciudadano, por la inexistencia de oficiales tejeros.

Por el mismo año Hernandarias, (yerno de Garay) que ha hecho su “cursus honorum” en Santa Fé, arriba como Gobernador a Buenos Aires, y comienza a reglamentar las construcciones, al tiempo que reparte nuevas suertes, como lo muestra el plano de Ozores, muy posterior.




¿De donde provienen sus nuevos pobladores?


Al flujo fundador, proveniente de Asunción, le siguen muchos españoles que parten de Cádiz, o Sanlucar de Barrameda, y que en consecuencia provienen en su mayoría de Andalucía.



Sevilla es por entonces la ciudad modelo a seguir, y su Casa de Contratación será el factor de influencia directa sobre las obras en las colonias.



                                                                       Sevilla en 1588


Buenos Aires copia hasta los usos en la vestimenta, de la mujer andaluza.





































Simultáneamente, al cortarse el interés por la llegada a Potosí, ya dominada por la corriente fundadora del Pacífico, Buenos Aires empieza a crecer por su comercio de cueros y requiere materiales que cuando no llegan de España (como el hierro) se traen de Brasil.
















Los portugueses, como los andaluces, desarrollaron y en algunos casos, superaron los sistemas constructivos moriscos, en temas como la cerámica, el uso del agua, o la utilización de cal como ligante, y pintura.

Cuando el hierro bruto o forjado llega de España, (especialmente la herrería blanca y negra) su origen es prevalecientemente andaluz, sobre todo a partir de mediados del siglo XVII.






Los oficiales de rubros de la construcción, reciben como en Andalucía, el nombre de alarifes, (del árabe al = el; arif = experto) denominación que subsistirá en las actas del Cabildo, hasta el fin del período colonial, independientemente de su especialidad.




Durante dos siglos esos alarifes, se quejarán de la lentitud de los peones locales, para que sigan llegando “compadres” de la metrópoli.


2) Los Virreyes y las Ordenanzas

En un brillante trabajo, Teodoro Hampe Martinez de la Universidad Católica del Perú (“Esbozo de una transferencia Política: Asistentes de Sevilla en el Gobierno virreinal de Méjico y Perú”) demuestra que de los 24 virreyes que fueron nombrados en México (Nueva España) y Perú (Nueva Andalucía) 10 cumplieron funciones en ambos virreinatos, y cinco de ellos, previamente habían actuado como ASISTENTES en Sevilla.


                                             Grabado de Sevilla en 1593


Es relevante para nuestro trabajo, que esos 5 virreyes con antecedente en Sevilla, gobernaron después de la fundación de Buenos Aires por Garay en 1580.


Lorenzo Suarez de Medoza, Conde de Coruña (ofició sin cargo, y lo confirmaron en 1583, pero ya había muerto); Fernando de Torres y Portugal, Conde de Villar (1585-1590); Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros (1607-1615); Diego Fernandez de Córdoba Marqués de Guadalcázar (1622-1629) García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra (1648-1655), fueron primero ASISTENTES en Sevilla, luego Virreyes de Nueva España (Méjico) y en las fechas citadas, virreyes del Perú, con ascendencia sobre Buenos Aires.


Tomas Hanke (historiador norteamericano) estudió los intercambios epistolares y rendiciones de los virreyes de la colonia y la metrópoli, así  como lo expuesto respecto al manejo colonial, en los juicios de residencia.


Ambos estiman que la experiencia previa en Sevilla, de estos personajes, (todos de origen noble, y actividad militar, sin experiencia previa administrativa) les nutrió del conocimiento del sistema comunal sevillano, y su implementación, que trasladan a América.




                                            Puerta de la Macarena

En efecto Sevilla, brindaba a los Cabildos, un poder superior al que le otorgaban otras ciudades de España, y colocando los ASISTENTES (que eran a la vez representantes del Rey) al frente, superaban las luchas de los nobles de cada familia por dominar el poder, como ocurría en esas otras ciudades.


Con ese modelo, los Cabildos son la base de las normativas locales (por supuesto inscriptas en las Reales Ordenes) especialmente en lo edilicio y urbano, y ellos serán los responsables de proponer y/o convalidar los Bandos de Buen Gobierno, de Gobernadores o Virreyes.





En 1550 Pedro de La Gasca, Virrey del Perú, dicta Ordenanzas para el ámbito a su cargo, acercando esas normas a las vigentes en España, sobre todo en la disribución con calles en damero, que Alvarez de Toledo, mejoraría en 1573, con las “Ordenanzas del Perú para el buen Gobierno”, llamadas  “Ordenanzas de Toledo”, en cuya redacción se lució Pedro Sarmiento de Gamboa, cartógrafo e historiador.


A su vez, las normativas que a veces los Reyes remiten para un tema exclusivo y local, se van recopilando, para unificarlas, como en 1680 (en 24 títulos): y luego en 1790 (con 25 títulos), pero considerando los criterios de especialistas americanos como Manuel José de Ayala, que conocen mejor las particularidades, de la construcción en el nuevo continente.


{Manuel José de Ayala (nacido en Panamá), muere en 1807, pero desde 1778, figura como recopilador de Leyes de Indias, desde la última recopilación oficial efectuada en 1680, y Carlos III, lo considera y le da un cargo fundamental, Secretario de la Comisión Legislativa, que reuniendo las leyes debe elaborar un Código Unificador].


En este último caso, se recopilan y unifican las Leyes en un proceso que va desde 1780 a 1790, en que se edita el primer libro del Nuevo Código de Leyes de Indias, sancionado por decreto Real en 1792.



3) Las Instituciones y sus consecuencias


Si descontamos el Mar Cantábrico, Portugal “roba” a España, el 70% de su cara enfrentada al Océano Atlántico; solo se asoma por el norte Galicia, cuyo puerto histórico se ubicó en Coruña, y por el sur Andalucía, con varios puertos menores, y Cadiz y Sanlucar de Barrameda, como puertos de ultramar.



Casi con la misma configuración, se ubican en 1500, las proyecciones  hacia las colonias americanas; el Caribe bajo control español, toda la costa de Brasil, bajo dominio portugués, y desde Río Grande hacia el sur, reaparecen las colonias españolas. Brasil extiende los límites para Portugal, que fijara el Tratado de Tordesillas.



Concientes de la relación directa con las Indias Occidentales, que tenían esos puertos, y la ventaja de Sanlucar de Barrameda, que por la navegabilidad del Guadalquivir, estaba conectado directamente con Sevilla, los Reyes Católicos deciden instalar en 1503, la Casa de Contratación de Indias, directamente en Sevilla.





El hecho de estar en el interior de la península, protegía el acceso y salida de expediciones, y valores, y la tranquiidad de las negociaciones previas y posteriores.


Por allí ingresaría la mayor cantidad de oro y plata que proveyeran esas colonias, y se llegaría a contratar casi todo el comercio de ida y vuelta entre metrópoli y colonias. La Torre del Oro, aislada de la Muralla (torre albarrana) parece haber sido el depósito intermedio de los valores, arribados de las colonias.







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Torre del Oro y vista de la misma desde Triana, de la otra márgen del Río Guadalquivir


En 1580 debido a la proliferación de navíos sin permiso, se ordena la exclusividad de Sevilla, en la contratación de cualquier viaje comercial a Las Indias, y en 1583, se crea un tribunal para hacer cumplir la obligación, que en 1585 ya figura en las Leyes de Indias.


Eso hubiera condicionado el crecimiento de Buenos Aires, si se hubiera cumplido a rajatabla; pero el contrabando en navíos sin permiso, nació casi con la ciudad.


En cambio ligó aún más a la arquitectura urbana de la villa creciente, con las imágenes y las normas que regían en la perla de Andalucía.




Recién en 1717, se traslada a Cádiz, sin que Sevilla perdiera su condición de nexo con las colonias, a través de las empresas comerciales que ya la tenían como centro.



4) El interior y el exterior


El árabe, habitante sempiterno del desierto,  siempre priorizó el tratamiento de los interiores, por encima de los exteriores, y Sevilla hasta 1500, no se apartaba de esa línea.


Las viviendas, en algunos casos superhabitadas de los menos pudientes, se abrían en amplios patios interiores (los llamaban corrales) donde se cruzaban e intercambiaban socialmente.


En los palacios, esos patios lucían fuentes, aljibes y vegetación, que los altos muros, ocultaban del exterior.



Las Ordenanzas de Sevilla, recopiladas en 1527 citan como variantes:

Casa común, que tenía portal, sala y los departamentos que "el señor demandase"
Casa principal, con salas, cuadras, cámaras y recámaras, portales, patios y recibimiento.
Casa real, con análogas dependencias, de "todos los miembros que pertenezcan a casa de rey, príncipe o gran señor".

La relación con las colonias, y la llegada de la plata y el oro, transforman Sevilla, a lo largo del Siglo XVI, y las casas empiezan a mostrar buenas resoluciones de fachadas. Entre 1561 y 1588 se levantaron en Sevilla más de 2454 nuevas casas, sobre todo en Triana (900) y San Vicente (742). 


En 1547 Pero Mexía comenta que: "de diez años para acá todos los vecinos labran sus casas a la calle y se han hecho más ventanas y rejas que en los treinta años anteriores”.


Sevilla pasa de 60000 habitantes a 120000 a lo largo del Siglo XVI.


{Los medios digitales permiten recrear imágenes de la Sevilla de 1500, como lo han hecho en una serie española denominada “La Peste”, recordando un flagelo, que asolara la ciudad en aquel impactante siglo XVI. Puede verse en You Tube, parte de esa recreación}







O sea que la relación con las colonias ha sido beneficiosa para Sevilla, y ese crecimiento, vuelve a las colonias a través de sus alarifes. Buenos Aires es una de las que los reciben, a partir de 1598, con la similitud de tener un río, que la comunica con el mar, y la salvedad de no tener muralla, como la ciudad española.





Sevilla se le parece, en la condición poco comun entre las ciudades españolas, de estar en una planicie, rodeada de terrenos aptos para la siembra y provisión.

Buenos Aires aporta los amplios lotes disponibles, para favorecer la construcción de sus edificios públicos







Como en Sevilla, los patios amplios con sus aljibes, bordeados de habitaciones, coronan las casas de las familias adineradas, y las ventanas con rejas casi siempre traídas de España, las abren a la vía pública, cerrándose a esa vista, cuando los habitantes son más humildes.






También como en Sevilla, los arcos de medio punto cruzados con los de ojiva, deprimidos y peraltados, se lucen sobre las fachadas, blanqueadas a la cal. Ambas lucirán los faroles de hierro en sus frentes, ya entrado el siglo XVIII.










La teja, de molde (galápagos) o “a gamba” se observa también en las casas de alcurnia, escaseando en las otras, que recurren a techos planos de doble enladrillado, generando aquí si, una clara diferencia de la urbe porteña, con sus pares europeas.





                           Casa de la Virreina Vieja (viuda del Virrey Del Pino)



En 1750 se empieza a controlar las obras particulares por Arquitectos o Ingenieros de renombre, lo que se profundiza al crearse en 1776 el Virreinato del Río de la Plata, con sede en Buenos Aires

Esto se mantendrá, hasta los tiempos cercanos a la revolución, cuando ya desde 30 años antes, se había normatizado la obligación de presentar planos previos, que eran revisados y/o corregidos , por un ilustre portugués, capturado por Cevallos y valorado por sus continuadores, como Virreyes de Buenos Aires, Joseph Custodio de Saa e Faría, y luego por el ingeniero José Mosquera.







Esas “plantas e elevaciones” y los nombres de los “alarifes” responsables, marcan claramente la similitud, con las construcciones andaluzas, que le daban un perfil sevillano a la Buenos Aires del Siglo XVIII, y que solo nos recuerda en parte, la Villa de Luján.










Ingeniero Manuel Vila (2020)