jueves, 12 de agosto de 2021

FUIMOS "ARGENTINA" GRACIAS A BOLIVIA

 

FUIMOS “ARGENTINA” GRACIAS A BOLIVIA.


LUEGO PERDIMOS EL TERRITORIO, PERO NOS QUEDAMOS CON EL NOMBRE


(Y HASTA LE ROBAMOS EL NOMBRE DE LA CIUDAD DE “LA PLATA”).
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Comienza el siglo XVI, y se extiende la colonización española de América del Sur.


El atractivo, son las riquezas preexistentes; expuestas en sus ciudades, como las de los incas en Cuzco, o yacentes en el suelo, como las minas a explotar en las actuales, Chile, Perú, Bolivia, Colombia o Ecuador.


El Cerro Grande de Potosí, (hoy territorio boliviano) produce ya en manos indígenas, altos volúmenes de plata, y los comentarios entre conquistadores y conquistados, sobre esas riquezas, alientan las ambiciones de unos y de otros.


Antes del arribo de los propios españoles, los guaraníes, dominantes de un territorio que abarcaba Paraguay, parte de Argentina, Brasil y Uruguay, habían llegado hasta las puertas de Potosí, en sucesivos ataques al imperio inca.


Mientras tanto, el actual territorio argentino, solo ofrecía en parte, el horizonte llano de campos que había que trabajar, para que produjeran, plagados de langostas, y dominados por pueblos originarios, con más poder militar que el de los propios españoles.


Donde la montaña ofrecía el misterio de sus entrañas, otros pueblos guerreros, como los calchaquíes o los quilmes, rechazaban los intentos colonizadores.


Los intentos de Solís en tierra uruguaya, habían terminado en tragedia en 1516, y los de Pedro de Mendoza, fundando la Primera Buenos Aires en 1536, despoblada en 1541, seguirían su curso.


Pero ya por entonces “habían pasado cosas” como diría un ex Presidente, que transformarían el “Río de Solís”, también bautizado por él como “Mar Dulce” en Río de la Plata.


Enterados de la existencia del Cerro de Potosí, Pizarro y Almagro, ya dominadores del núcleo principal del imperio inca, desde 1533, extendían su avance hacia el mismo.


Un viaje efectuado por un portugués, antes del mismo Solís, había llegado remontando el río Pilcomayo, a las propias laderas del Cerro, y esa información ya estaba en poder de la corona portuguesa.


Los sobrevivientes del viaje de Solís, habían permanecido en la Isla de Santa Catalina, donde intercambiaban con los nativos, relatos sobre la “Sierra de la Plata”, que no era otra que la de Potosí.


Uno de ellos llamado Alejo García, habiendo aprendido guaraní, recibía los relatos de muchos aborígenes, que habían participado de las oleadas guaraníes sobre el territorio inca.


El poblado cercano al cerro o Sierra de Potosí, donde vivían los trabajadores de la mina, ya recibía por parte de españoles y portugueses, la denominación de “La Plata”.






Con los datos recabados, y un grupo de españoles, Alejo García ingresa por el Río de Solís (¿ya Río de la Plata?) hasta Paraguay, y allí sumando guaraníes se lanza al ataque de poblaciones incas, cercanas a “La Plata”.


García toma importantes riquezas en 1525, que pretende llevar a Santa Catalina, pero en el camino, otras etnias, lo matan para robarle el botín. Sin embargo otros integrantes de la expedición llegan con valores a Santa Catalina.


Cuando Sebastián Gaboto arriba en 1527 a Santa Catalina, camino a las Molucas, los relatos de un sobreviviente de la expedición de Alejo García, Francisco del Barco, lo animan a cambiar el curso prometido, y buscar las “Tierras de la Plata”, entrando por el río homónimo.


Uno de los marineros de Gaboto, Luis Ramirez, relataría el hecho en carta a sus familiares en 1528 diciendo: 


“Y tambien la gran riqueza que en aquel río donde mataron a su capitan había, de lo cual por estar muy informados a causa de su lengua de los indios de la tierra de muchas cosas, las cuales diré aquí algunas de ellas. Y era que si le queríamos seguir, que nos cargaría las naos de oro y plata, porque estaba cierto que entrando por el Río de Solís iríamos a dar en un río que llaman Paraná, el cual es muy caudalosísimo y entra dentro en este de Solís con veinte y dos bocas. Y que entrando por este dicho río arriba no tenía en mucho cargar las naos de oro y plata, aunque fuesen mayores, porque el dicho río Paraná y otros que a él vienen a dar iban a confinar con una sierra a donde muchos indios acostumbraban ir y venir. Y que en esta sierra había mucha manera de metal, y que en ella había mucho oro y plata, y otro género de metal, que aquello no alcanzaba que metal era, más de cuanto ello no era cobre, y que de todos estos géneros de metal había mucha cantidad. Y que esta sierra atravesaba por la tierra más de doscientas leguas, y en la halda de ella había asimismo muchas minas de oro y plata y de los otros metales”.


Gaboto fundaría tres fuertes camino a la Sierra de la Plata, pero no llega a ella y retorna a España, relatando los informes de tales riquezas.


Las referencias de la Sierra de la Plata, ya son conocidas por la corona española, que determina a partir de ese momento, crear ciudades en el camino de acceso, llamado desde entonces Río de la Plata, extendiendo la denominación a las tierras cercanas a ese curso.


En 1536, capitularía con ese fin, el “Primer Adelantado del Río de la Plata”, Don Pedro de Mendoza.


Ayolas, fundando La Candelaria en 1536, y Juan de Salazar, fundando Asunción en 1537, materializarían las postas de esa vía fluvial hacia “La Plata”.


En 1540, es designado segundo Adelantado del Río de la Plata, Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, que pese a su título y Capitulación y mostrando el interés exclusivo que lo movía, ingresa por tierra desde Santa Catalina a Asunción, mandando un barco a ingresar por el Río de la Plata, para observar la situación.


Irala, con poder en Asunción, no le da mucho crédito a su título y Alvar Nuñez intenta reiteradas veces, llegar a “La Plata” sin lograrlo, hasta que Irala, lo toma preso y lo remite a España.


Confirmado Gobernador de Asunción, Irala intenta una conquista del territorio cercano a La Plata, pero en 1548, se entera por los aborígenes que otros españoles, llegados desde Lima, dominan Potosí.


La corona española, viendo las dificultades de llegar al dominio inca desde el Atlántico, había promovido la llegada de Pizarro y Almagro al Perú, desde el Pacífico, que luego de dominar el territorio y fundar Lima y Trujillo, amurallándolas, avanzaba hacia el sur, creando ciudades que protegieran a La Plata de los calchaquíes y guaraníes, y abriendo la base en Santiago, para generar desde Chile, otras corrientes colonizadoras.


La línea comercial del Pacífico surtida especialmente por Potosí iba a reemplazar el difícil acceso desde el Atlántico, pese a la creación de nuevas ciudades por Juan de Garay (Santa Fé en 1579, y Buenos Aires en 1580) y la llegada de nuevos adelantados del Río de La Plata.


El latín, aún en uso como lenguaje culto, y usual en las publicaciones, (como tres de las impresiones de Ulrico Schmidel antes de 1600), iba a utilizar la base de “Argentum” que es plata en latín, para extenderla a los territorios que llevaban al sitio de extracción de ese metal, y creaban el nombre de “Argentina”.


Los textos de Ruy Díaz de Guzmán, y Martín del Barco Centenera, iban a consagrar la denominación de “La Argentina” para todo el territorio que por entonces abarcaba, parte del actual con ese nombre, Uruguay, Bolivia y parte de Paraguay, siempre orientado el interés en el factor generador de esa línea de colonización, la ciudad de La Plata.


Pero llega 1776, y ya agotado el Cerro de Potosí, transformada La Plata en Charcas y luego Chuquisaca, la corona viendo lo expuestas de sus colonias sobre el Atántico, con el riesgo de perderlas en manos extranjeras, crea el Virreinato del Río de la Plata, con sede en Buenos Aires.


Del curso fluvial que llevaba a La Plata, solo le queda ese nombre al tramo de río de su desembocadura, muy alejado de la ciudad motivo de sus incursiones, y hasta olvidado el nombre de la propia ciudad, superpuestas otras denominaciones.


La capital del Virreinato, a su vez, tan lejana al motivo de la denominación, iba a caracterizar un ejercicio comercial y portuario, completamente ajeno, al recuerdo de aquel poblado andino tan alejado de los mares.


Es en territorio del hasta entonces denominado “Alto Perú” donde se localiza la primera insurrección contra el poder español el 25 de Mayo de 1809, en “La Plata”, ya conocida como  Chuquisaca, pero son derrotados y ajusticiados sus cabecillas.


La historia seguirá vinculando el territorio cercano a Potosí, y Buenos Aires, en la irrupción revolucionaria de 1810, con las expediciones libertadoras, y con la presencia de tres delegados de pueblos hoy pertenecientes a Bolivia, al Congreso de Tucumán, que proclama la independencia, de “Las Provincias Unidas en Sudamérica”.


Pero en la extensión de las guerras revolucionarias, se llegará recién en 1825 a liberar el Alto Perú, que en su declaración de independencia, lo hace no solo del dominio español, sino también del argentino y del peruano, y como agradecimiento a Simón Bolivar adopta el nombre de Bolivia.


Quedaban así cortados literalmente, los lazos etimológicos entre la denominación de “Argentina” para el país con sede en Buenos Aires, y la locación histórica de la ciudad de “La Plata”, cercana a Potosí, ya en territorio boliviano, que le había dado origen.


Solo como curiosa reminiscencia de aque pasado, existen planos como el de Mitchell de 1846, donde nuestro país figura con el nombre directo de “La Plata” como se observa en las referencias.




Nada iba a cambiar, más que un simple homenaje, cuando en 1882, Dardo Rocha, gobernador de la Provincia de Buenos Aires, a la que dos años antes la Nación, le había robado su capital, impusiera a la nueva capital el nombre de “La Plata”.


La auténtica, ya de hecho tampoco existía como tal.


Manuel Vila (2021)


Nota: Si les interesa profundizar sobre Fortificaciones en la Cuenca del Plata pueden hacerlo en:
 http://forodelamemoria.blogspot.com/2020/05/fortificaciones-en-la-cuenca-argentina.html