lunes, 17 de septiembre de 2018

TIGRE CLUB (Hoy Museo de Bellas Artes de Tigre) Nuestra intervención en la puesta en valor

TIGRE CLUB (Hoy Museo de Bellas Artes de Tigre) Nuestra intervención en la puesta en valor

Siendo nuestra especialidad el cálculo y revisión de estructuras, en 1997 la firma Centro Construcciones nos contrata para evaluar la renovación de la estructura que soportaba el cielorraso del primer piso del Viejo Tigre Club, y el refuerzo , condicionado por la estética de la escalera artística de acceso.
Hecha mi visita a la obra, observo que el cielorraso de yeso pintado artísticamente, sobre el salón del primer piso, de planta circular y diámetro cercano a los 25 metros, está sostenido por cabreadas de madera de 1911, ya atacadas por distintos agentes, y con montantes faltantes.
En el centro del cielorraso, con una flecha de cerca de 10 cm, respecto a los bordes, pendía una araña de peso superior a los 1200 kg, colgada de dos barras metálicas oblicuas, tomadas a la mampostería, a las que luego se había sumado un tensor, bajo cada barra hacia la misma  mampostería, que al no tener la tensión suficiente formaba catenaria, pero que al mismo tiempo había apartado la mampostería de apoyo de la vertical.
Fuentes de la zona, nos dicen que en ese sector, durante el proceso militar, se cortaron maderas (léase montantes o diagonales de las cabreadas) para armar casillas de vigilancia para Prefectura, que tenía a su cargo la seguridad del sitio.
Simultáneamente observo que la escalera, con escalones de mármol de Carrara, tiene amplias luces, y escasísimo espesor de bovedilla de sostén, ya deteriorada y con la llegada a apoyos en un amplio descanso, corroida, y con riesgo de colapso.
Cuando todos los demás cotizantes de la estructura del cielorraso, adujeron que el mismo debía ser demolido por obsoleto e irrecuperable, y que cualquier intervención podía generar su colapso, yo propuse a la empresa que me contratara, consolidar la posición del cielorraso con la deformación preexistente, a través de dos líneas de apuntalamiento circulares, y colgar las cabreadas de madera, y el propio cielorraso, de nuevas cabreadas metálicas, transversales a las existentes, apoyadas sobre los otros paños de mampostería.
Esas cabreadas deberían armarse, elemento por elemento,  actuando (con soldadura eléctrica incluida) sobre una plataforma de madera armada sobre las cabreadas de madera ya apuntaladas, sector por sector.
Verificado el estado de la mampostería a apoyarse, y efectuado el cálculo de las nuevas cabreadas, y el complejo programa de montaje, el titular de la firma, me dice que no cuenta con personal para efectuar esos trabajos, y allí asumo la responsabilidad de afrontar las tareas con personal propio y bajo mi exclusiva Dirección y ejecución.



La Secretaría de Obras Públicas de Tigre, filmó todo el proceso de apuntalamiento, consolidación y armado de la nueva estructura, que contó con la curiosa y permanente visita de los otros cotizantes, que habían sido desplazados.
Mientras tanto, se dividió la escalera, en su descanso, operando por tramos, colgados de estructuras provisorias superiores, mientras se rehacía la nueva estructura, y se pulían fuera de la obra,  los gastados escalones de mármol de Carrara.
Allí comprobamos que por debajo de la misma existía un túnel conectado con el río, que permitía la salida al mismo de pequeñas canoas, quizás ante algún incendio o peligro.
Simultáneamente, al tensar los dos tensores que sostenían la araña, y ante nuestra sorpresa, la mampostería a la que llegaban las barras, volvió a la vertical, en un proceso poco común cuando de mampostería se trata.
Debo decir que conté en esa obra con personas maravillosas, como los ya fallecidos Carlos Winnipeg, y Ramón Centurión, y el oficial Alberto Morales, y sirvió de aprendizaje a mi hijo Carlos Vila, que por entonces ya cursaba Arquitectura.
Observar la obra realizada al desapuntalar, salvando una pintura centenaria, fue un mérito importante, acrecentado al ser informado que su pintor en 1911, llevaba mi mismo apellido y se llamaba Julio Vila Prades.
Años más tarde, se cerró la avenida costanera, y el espacio bajo la artística pasarela externa del Tigre Club, se transformó en jardín, al tiempo que la construcción pasó a funcionar como Museo de Bellas Artes de Tigre.


Manuel Vila
2018