martes, 21 de julio de 2015

Ringo Bonavena, el "Guapo de La Quema"

El Guapo de la Quema


 Los porteños vibrábamos con otro gladiador, Victor Galíndez, que entregando literalmente su sangre, escribía para el boxeo argentino una de sus páginas gloriosas, cuando empezó a correr la noticia, a la que nadie quería dar crédito; en un oscuro prostíbulo de Reno Nevada , habían matado a Oscar “Ringo” Bonavena.
Pensamos en un informe sensacionalista, hasta en una nueva broma de ese “pibe grandote” que era Oscar; pero las agencias confirmaban lo que n...adie quería escuchar, una bala había terminado con su vida.
 
 

 Como si la muerte nos alcanzara a nosotros, repasamos en un instante, los flashes que caracterizaron su vida singular: el mordiscón que terminó con su carrera amateur, el duelo desparejo con Peralta, las caídas de Frazier y Mildenberger, su rostro desfigurado después de Jimmy Ellis, el “Pío Pio Pa”; y su batalla frente a Cassius Clay, ya transformado en Muhammad Alí.
 


 Volvimos a salir con él en ese quinto round, en el que el más grande había prometido noquearlo, y pegamos con él esa derecha que puso de rodillas a la historia del Boxeo, haciéndonos creer que se hacía realidad esa “esperanza blanca” de la que hablaban los norteamericanos.
 
 
 

 Nos pareció estar a su lado cuando al volver al rincón, vencido en ese último round, solo preguntó a los Rago: _”¿Guapeé?”
 
 

Había peleado con una leyenda, hubiera ganado fortunas de superar ese round, pero su corazón puro de La Quema, en el momento en que otros sacaban cuentas del dinero que podía haber logrado, solo necesitaba saber si había estado a la altura de esos guapos que en los Viejos Corrales, de donde provenía su estirpe, morían en silencio, y sin delatar a su agresor….sólo le interesaba saber si había guapeado.
 

 Y volvimos al momento de su muerte; anunciada por sucesos previos, prevista por él mismo de acuerdo a algunas cartas que enviara, innecesaria para algunos que juzgaron con el diario del lunes, porque cualquiera en su lugar hubiera emprendido la retirada ante tales amenazas, pero ….era “Ringo”, el que se levantaba aunque le volvieran a pegar antes de armar la guardia, el que desafiaba al más grande sin temor alguno, el que se la bancaba allí arriba “donde estaba solo y le sacaban hasta el banquito”.
Y supimos luego que fue de frente a la muerte, que tenía forma de fusil capaz de matar rinocerontes, de un solo tiro, porque como un rinoceronte Oscar aún herido, hubiera despedazado a su matador, si erraba ese tiro.
Y lo imaginamos ya caído, preguntándonos a todos como en aquella noche del Madison Square Garden: _”¿Guapeé?
 

 Nuestro egoísmo por seguirlo teniendo entre nosotros, no nos permite aceptar lo que para él era un dictado, los guapos nunca huyeron de sus compromisos, aunque se preanunciaran como fatales.
Era su ley, y con ella pasó a ser leyenda.


Manuel Vila

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